domingo, abril 15, 2007

John Johnson / Joplin / Yompián / Yoko / Yop…

…además de Gustavo González, Luis Lama, Jorge Miyagui, Lalo Quirós y Juan Rivera Saavedra, hacemos breves testimonios y comentarios en esta entrevista y reportaje transmitido por Presencia Cultural , centrado en el tema de la censura en el arte. Algunas escenas muestran salas de La persistencia de lo efímero. Solo quería ampliar algunas opiniones que fueron editadas y que creo esclarecen algunas de mis ideas sobre el tema, para a quien le puedan interesar:

1. Creo que la censura es mejor definirla como un acto de coacción y represión deliberado en contra de una forma de expresión de pensamiento, ideas o sensibilidades. La omisión (por desconocimiento o desinterés) no es, estrictamente hablando, un acto de censura. Si lo pensamos así, destacar y censurar serían las dos caras de una misma moneda y no podríamos efectuar la una sin la otra.

2. Creo sin embargo que, la particularidad de la obliteración de la historia del experimentalismo no-objetualista dentro de la historia -más amplia y difundida de la plástica peruana de los Sesentas y Setentas- sin ser estrictamente un caso de censura, reproduce con fidelidad varios de sus efectos. Y eso es aquí lo que importa. Entre ellos, por supuesto, la falta de difusión y el desconocimiento que la escena del arte, actualmente (artistas, críticos incluidos), aún tiene de esta etapa; parcialmente redescubierta en una muestra como la que se exhibe en el Centro Cultural de España hasta fines de abril. Igual en ese bolero popular que en el arte, los rencores y la agresión son siempre menos nocivos que la indiferencia.

3. Para este caso en particular, las razones de esta invisibilidad son varias y resulta engorroso intentar exponerlas aquí en detalle. Lo que a primera vista sorprende es como una pequeña historiografía que existe sobre el tema ha podido, a contramano, producir un prejuicio valorativo tan grande hacia ella. Su importancia y su valor se hace ahora indiscutible para los curadores, así como para una significativa parte del público que ha visitado la muestra.

+ de 365 días y solo 47 posts

Hace dos días, este blog cumplió su primer año. Aún no he podido esclarecer cual es su finalidad. Algunas veces, se me hace incluso prescindible: como en los últimos 10 días. Abrumado de trabajo, sin embargo, lo he llegado a sentir un canal importante para dejar las cosas fluir. He podido constatar, por ejemplo, que su reinicio de actividad ha sido para mi sumamente importante. Que en los últimos meses ha tenido más posts que en todo el año 2006 y que, al menos cuando toma esa suerte de modulación confesional, su presencia se hace un contrapeso necesario a la densidad con la que, ante la computadora, uno se enreda con otros textos en el Word.

También dejé otros textos allí, destinados a este espacio. Lamentablemente, me he quedado sin Internet todos estos días. Aprovecho este domingo para, desde otra computadora, colgarlos de una vez.

lunes, abril 02, 2007

Micromuseo en la Bienal de SaoPaulo-Valencia


Como pan recién salido del horno, ha llegado por intermedio de un amigo a mis manos –aunque en calidad de préstamo- el catálogo que acompaña la exposición: Lo impuro y lo contaminado. Pulsiones (neo)barrocas en las rutas de Micromuseo (“al fondo hay sitio”) curada por Gustavo Buntinx en el marco de la Bienal de Sao Paulo - Valencia. Una muestra de solo 25 piezas que articula en un discurso sustancioso, cuyos antecedentes argumentales del proyecto de su colección, se encontrarían en aquél emblemático número “0” de la revista homónima, publicada en 2001.

Aquí, sin embargo realiza un breve recuento del itinerario seguido por Micromuseo en los últimos años (desde la formulación definitiva del proyecto museo). Para quienes están sin embargo familiarizados con varias de las ideas vertidas e impulsadas por Gustavo en las rutas de su proyecto crítico (sin duda, ese valioso aporte que ya debería pasar a ser otra pieza de colección), aparte de las abrumadoras auto citas, se perciben en este ensayo aportes distintivos y novedosos.

Empezando por aquellas “pulsiones (neo)barrocas” –que él señala fundantes en trabajos de Moico Yaker o Mariella Agois- con las que sustituye en auge Ochentero del “Pop achorado” -qué él define como estilo a partir de una frase de Ruiz Durand-. Así como también la inclusión -en apertura a su texto- de una imagen como El Museo de Arte borrado que Emilio Hernández realiza en 1970: decisivo antecedente visual de una mirada irónica y hasta suficientemente cáustica de la institucionalidad Museo que el propio proyecto alternativo de Micromuseo a su manera también ensaya. Esta imágen ha sido propalada de manera simultánea en Lima por los medios gracias la muestra que ahora se exhibe en el Centro Cultural de España y fue expuesta por Gustavo cuando realizó una exposición sobre la vanguardia peruana de los Sesenta en la Sala de la Municipalidad de Miraflores (hoy Sala Luis Miro Quesada Garland) en 1984, sin que hasta hoy haya sido incorporada a el ala discursiva de su proyecto crítico, cosa que me parece sumamente pertinente. Prepararé comentarios más amplios a todo ello cuando acabe de leerlo.

Solo quisiera añadir una discrepancia ajena a los contenidos teóricos allí vertidos. La traducción de "Ayacucho" como “Rincón de muertos” (p. 33) es una direccionalidad atroz del sentido -que parecía hace décadas venirle como anillo al dedo por la violencia que ha sacudido esa ciudad-, pero en realidad es una exaltación tendenciosa de uno de los sentidos de esa palabra aglutinada (como varias otras en quechua): el Aya en el mundo andino es el ánima, pero entendida como una entidad actuante en la realidad, muy distinta a la idea del muerto o el cadáver para el idioma español. Una traducción más acorde al sentido impuesto para la denominación de aquel paraje de la sierra sería la traducción “Morada del Alma”. Esto me hace pensar: ¿Tiene acaso la palabra Uchuraccay que ser para siempre un sinónimo de violencia y de muerte? (p. 55) ¿Alguien sabe acaso que significa? ¿Será posible alguna vez pensar también del otro lado?...

domingo, abril 01, 2007

Crónicas de Santiago (parte 1)

Pablo Paredes tiene una carrera corta pero reconocida entre las nuevas generaciones de poetas chilenos. Con dos libros y varias menciones y premios, ha sido sin duda una de las voces que más me ha impresionado entre los recitales a los que asistí en medio del Chile-Poesía, la semana pasada. El poema que cuelgo aquí, pertenece a su segundo libro:


Gracias por bailar conmigo

1

Gracias por bailar conmigo, por chuparme la herida
Estos brazos mongolos ya no piden que digan síndrome de down
Gracias por bailar conmigo que estaba todo mojado,
esa canción no me gustaba, pero igual fue bonito,
debajo de la costra quedó casi igual como antes,
mejor que antes
porque ahora estoy más rosado,
a cierta gente le gusta acariciar las cicatrices
y yo me dejo no más
me quedo quietecito y feliz,
tan quietecito que la mano deja de verme
y quedo solo,
más solo que un dedo en la mano
de quien le han cercenado cuatro.

2

Gracias por bailar conmigo
y decirme
princesa son las doce y sigue tan linda,
porque yo se que soy feo,
que mi tamaño les da asco
que tengo escrito en la piel manchada
el viaje de la bisabuela desde Neuquén hasta Chile
que tengo escrito como infección en los poros
la cárcel del padre,
por eso te doy gracias por bailar conmigo
que escribo bonito,
pero tengo los días más contados que escritos,
que necesito pornografiar mi corazón,
que estoy rajado y chorreando,
que salpico
que ando hablando miserias
que estoy más curado que la chucha
y me pongo pesado,
rara vez cariñoso,
cariñoso significa calentón,
gracias por bailar conmigo,
por tocarme la espalda manchada de adolescencia
por hablarme en la oreja
por langüetearme,
porque en ese langüetazo he descansado todos estos días,
con ese langüetazo tengo para harto tiempo,
porque resulta que mañana en vez de andar buscando amor de rincón,
en vez de andar barnizando mi corazón guacho,
voy a hablar de ti,
lo único que voy a cambiar va a ser la canción,
voy a decir que el tema era Close to me de los Cure
y que el langüetazo no fue en la oreja sino en el sexo.

3

Gracias por bailar conmigo, por chuparme la herida,
por evitar cualquier posteridad,
por llevarme
por estos ritmos que no siento ni entiendo,
yo nací en 1982,
en esos años parece que nadie bailaba,
parece que estuve ocho años solo
moviendo la patita
en una cuna que fue de otro,
gracias por bailar conmigo
que tengo el cuerpo horrible,
como un mapa físico de Chile.


………….

Pablo Paredes

Tomado de: El final de la fiesta (Santiago: Calabaza del diablo, 2005, pp. 16-17)