A las personas que aun visitan mi viejo blog, hace más de medio año sin actualizaciones, les participo que inicio desde ahora colaboraciones acaso igualmente dilatadas y sin promesas de continuidad en Arte-Nuevo.
La consigna es sumar y no dispersar las fuerzas, que con la actividad, son cada vez más escasas.
A modo de crónica apretada diré que, en los últimos doce meses, varias cosas han terminado por introducir significativas modificaciones en los modos de asumir mi propia “carrera”, si acaso ella existe. Se ha creado una fuerte tendencia a dedicar mayor tiempo a investigar, dejando algo de lado la labor curatorial, aún cuando ello no parece aún del todo viable.
Ha sido un año para la consolidación de perspectivas, y eso me parece importante. Aunque suene poco práctico, pienso que, si las ilusiones son lo suficientemente sólidas, el resto es siempre más sencillo. Y ahora tengo algunas ilusiones meridianas. Más claras que las mañanas de estos días de verano en Lima. Solo el trabajo me abruma.
Pero esa bruma se debe a un problema de clasificación: la insistencia en denominar trabajo, por costumbre, a una actividad, aún cuando sea esta continua e insistente. El trabajo es, en su origen, una actividad que implica una mercantilización de su propia fuerza dentro de la sociedad capitalista. Por ello está enormemente vinculado a la idea de explotación. La pregunta clave aquí es: ¿A quién sirve?.
Lejos de consistir en una pieza fundamental del engranaje social o un tramo aportativo para el funcionamiento de una estructura, la actividad crítica debiera ser fundamentalmente desestructurante para el concierto social, o cuando menos ansiar desenfrenadamente serlo.
Aquí coincido con Lafargue, aquél marxista fundador hoy algo olvidado, que proponía que la revolución debía apuntar no al acortamiento de las jornadas laborales ni a la expansión del tiempo de recreo (en los que gran parte de la ciudadanía estima debe situarse la afinidad al arte), sino a la abolición del trabajo.
Solo con esa, entre otras expectativas, paso varias horas ante el computador.
jueves, febrero 21, 2008
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2 comentarios:
Bueno leer esta crónica apretada. No sé si hay muchos que coincidan con Lafargue.
Palabras similares a las que estoy leyendo aca, las dijiste hace algunas semanas.
Me alegro que sigas firme tu postura despues de un año.
Es mucho mas que "estar".
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