Durante el último año he empezado a sumirme en una serie de compromisos y proyectos que en ocasiones parecen una marejada continua en la cual una agenda, antes nunca necesaria, se ha vuelto un conglomerado de actividades pendientes. Me resulta por momentos un reto desenvolverme en ellas con la atención y energía que merecen. Debo decirlo: hay en Lima muy pocos curadores todavía y la mente y el cuerpo tienen límites que estoy negociando a cada rato, sin realmente conocer. (¿Conocen la canción de los elefantes sobre la tela de araña?)...
Siendo sincero conmigo mismo, debo decir que no hay proyecto que emprenda en el que no me sienta motivado -hasta ahora- pero creo también oportuno dedicar una parte de mi tiempo a trabajar en el largo plazo y no solamente en lo inmediato. Quiero nuevamente tropezarme con los proyectos y las ideas también, descuidadamente, y que no simplemente me caigan encima por el camino. (Alguna vez fui joven y desordenado mentalmente también... Y ese fue un buen momento para descubrimientos...)
Una opción hasta ahora útil ha sido procurar enfoques desde un punto de vista que me entusiasme y sienta previamente como parte de mis propios métodos de lectura. Pero esos métodos no son aún estables y es también para mí una apuesta personal cuestionarlos, extenderlos o modificarlos de modo permanente. Creo en la solidez de las ideas, pero no creo que sirvan como cimientos para un edificio (que otros llamarían teoría o ideología). Las ideas deberían ser como puntos o núcleos sueltos, con los cuales uno pueda construir un número ilimitado de estructuras: solo así son útiles y se les percibe vivas.
Porsiacaso: esto que hago es para mí menos un trabajo en el sentido ‘profesional’ del término que una ‘vocación’ en el sentido afectivo. Haciendo memoria, creo que solo he trabajado de verdad (es decir: con un horario oficialmente estipulado y con un salario estable) durante un breve tiempo que no duró sino menos de un año. Durante ese tiempo, supe también –como si vinieran uno de la mano de la otra- lo que es la explotación. Nunca más, espero.
Aun cuando extenuado, aún cuando poco, puedo dormir tranquilo.
jueves, abril 20, 2006
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