Como todos saben, durante gran parte del año 2006 Jorge Villacorta ha llevado una enfermedad que mermó su presencia en la escena de las artes visuales, forzándolo a un retiro y reposo que luego le ha permitido concentrase con mayor cuidado en proyectos específicos que ha realizado (ya colaborando en igualdad de aporte o dirigiendo) gracias a el apoyo de equipos de trabajo de gran iniciativa, eficiencia y capacidad. Tal es el caso específico de las exigentes y notables exhibiciones Urbe&Arte. Imaginarios de Lima en transformación, 1980-2005 (en co-curaduría conjunta con Augusto del Valle, Miguel López, Sharon Lerner, Paulo Dam y Luis Alvarado) realizada en el Museo de la Nación o la muestra que forma parte del ciclo Miradas de Fin de Siglo, en el Museo de Arte de Lima.
Nuestros encuentros personales habían hasta antes sido muy continuos en ATA, durante los preparativos de la muestra antológica de Juan Javier Salazar realizada en marzo. Y también algo después, cuando junto a Mauricio Delfín y Miguel Zegarra veíamos y seleccionábamos los videos llegados a la convocatoria-concurso para participar en el Festival VAE10.
Pero son pocas las ocasiones en que durante este tiempo nos hemos encontrado (de hecho, solo recuerdo como última vez un encuentro fortuito que tuvimos en julio, que coincidió azarosamente con el día de su cumpleaños). Y voy a confesar aquí, que a pesar de mi apoyo en algunas de las actividades realizadas para ayudar en su mejoría, no hice mayores esfuerzos en comunicarme con él, en todo este tiempo (me discúlpo por ello). La razón es una: pensaba que si era el agobio, el asedio y la tensión el detonante principal del mal que ha afectado su salud, asumía que llamadas o visitas continuas no contribuirían a su mejoría. Hay en algunos casos la sensación (imagino que por la proximidad que tenemos acaso como colegas) de que siempre se tienen cosas pendientes y, aun cuando no sean compromisos, quizá la falta de memoria que nos caracteriza parece que convierte esa sensación en una suerte de tarea no cumplida (o en agenda).
Poco antes de todo este colapso inicial (ahora controlado y mostrando clara y lenta mejoría), yo mismo le enviaba un correo electrónico quejumbroso de la cantidad de trabajo (cernido sobre esta profesión auto-explotada que hemos escogido) a la que me contestaba luego en otro correo, antes de coordinar una cita: “Acostúmbrate, así es a veces: uno está absolutamente desbordado!!”…
Desde aquí, Jorge, te mando un saludo y un gran abrazo. Gracias por la confianza, la transparencia de tu amistad y la guía precisa, inteligente, abierta y sin reservas que sabes dar. Y evito aquí mencionar los invalorables aportes que haces a la reflexión escrita del arte peruano contemporáneo (que son más clamorosos y objetivos). He ahí mi razón particular (aunque quizá no tan particular) para mi estima y mi aprecio. Espero que esto responda en algo tu pregunta.
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